«Brindemos». Te dijo alzando la copa de vino al tiempo que los acordes de un anacrónico Julio Iglesias —su cantante favorito—, acompañaban sus buenos deseos…
«Para que estés siempre conmigo».
Y como el costado derecho aún te dolía, alzaste la tuya con la mano izquierda, por su distrito, sus preceptos, sus advertencias… por el portazo que desataría tu melena y tus tobillos, por recuperar tus pies, el carmín en tus labios, las palabras de tu boca…
«Brindemos». Repetiste mientras lavabas minuciosamente su copa y «Lo mejor de tu vida» empezaba por fin.

Alzo mi copa yo también.
Me gustaMe gusta
Gracias Margarita, por unirte a este brindis tan necesario.
Me gustaMe gusta