El accidente

Me paso la vida amándote. No hago otra cosa que soñarte. Hurgando en tus rincones…, pero mi pasión se doblega cada vez que suena el timbre de la puerta. 

Entras. Mis ojos hambrientos husmean debajo de tu blusa. Tú apenas me miras. Coges la pizarra. Mis manos viajan por tu cuerpo. Te sientas con desgana doblando tus kilométricas piernas. 

Recuerdo que antes… las cruzabas despacio. Me descubrías un paisaje desnudo al que mi lengua embriagada y lasciva sucumbía sin voluntad. Ahora no. Ya nunca juegas a esconderlas en el bolsillo de mi pantalón. Ahora siempre las llevas puestas.

Empezamos los ejercicios del logopeda. Y mientras yo muero por ser la tiza en tus dedos y fri-go-ri-fi-co; som-bre-ro; ar-bo-le-da, en tu boca, tú bostezas aburrida vigilando el tiempo en tu muñeca. 

Sé que te cansarás muy pronto de empujar mi silla. En cuanto mis pies, huérfanos de pasos, dejen de ser tu remordimiento, compromiso y culpabilidad. Pero hasta entonces, ¡qué te costará mentirme un simple «te quiero»!  

Esta imagen la he cogido prestada de internet

Relato presentado en la Lemca (Liga de Escritores de Microrrelatos por Comunidades Autónomas), las zonas picantes son exigencias del guión.

3 comentarios en “El accidente

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