De profesión tertuliana

Sí, de pequeña era tímida, muy vergonzosa, pero eso fue hasta los cuatro añitos, en cuanto cumplió los cinco desenvainó la rebeldía, también las palabrotas. Con ocho era la mandamás de la pandilla; si no se cumplían sus normas abandonaba el juego y se llevaba la pelota. A los nueve se metía en todos los jardines y alrededor de los diez empezó a elegir su propia ropa. Doce tenía y seguía en sus trece —los mismos contaba cuando se cansó del conservatorio y malvendió la flauta travesera—. A los catorce aseguraba que quería ir por letras, pero un año más tarde dejó el instituto y se fugó con uno de ciencias. Con diecisiete abriles dio a luz a su primer churumbel.

Actualmente busca empleo. A pesar de su mala educación y mal gusto por la vestimenta. Su pésima dicción y doctorado en oídos sordos. La pérdida definitiva de vergüenza y progresión en lengua serpentina, la han fichado en cierto medio de comunicación de la prensa amarillista.

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