No era el cuerpo lo que más le dolía…

Acaba de despertarse y un entrometido sol que traspasa el ventanal le obliga a cerrar los ojos. El aire sabe a desinfección. Todo le es extraño. Del armario abierto asoma una maleta. En el respaldo de una silla, una cachaba que no conoce. Resuelto sale de la cama y amparado en la desconocida pero con paso decidido se acerca a la puerta cuando una mujer, de sobria bata blanca portando en sus manos pequeños cuencos de colorines, entra en la habitación.

-Buenos días don Gregorio ¡ya se ha levantado!

-Buenos días… sí, pero ¿qué hago yo aquí?

-Le trajeron ayer, ¡ya lo sabe! Aquí tiene sus pastillas; estas, para el dolor y esta, para el corazón.

Pastillas, dolor, corazón… sabía que le habían traído, sí, lo que no recordaba era por qué. Repentinamente, el corazón empezó a dolerle mucho.

Imagen

                                                                                     Fotografía tomada de la red

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                                                                        Micro presentado en «La radio en colectivo»

12 comentarios en “No era el cuerpo lo que más le dolía…

  1. Buen relato Rosy, con libre interpretación. El corazón le podía doler por la vejez o por la soledad, me gusta la imagen de esa desconocida (la muerte) que se acerca a la cama. Seguro que tendrá suerte en ese concurso.
    Saludos.

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  2. Hooooola, Rosy.

    No era el cuerpo lo que más le dolía, efectivamente, era el corazón. Creo que el dolor de la soledad -sobre todo cuando uno es mayor- debe ser tremendo.
    Esperemos que a nosotras no nos suceda nunca esto, porque me daría mucha pena… Toda la vida luchando para acabar vieja y sola… ¡No, hija, no!
    Me ha gustado mucho.
    Muaaak.

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