Felipe estaba triste. Recientemente había fallecido mi padre y aunque todos lloramos su pérdida, él fue quién más notó su ausencia. Tenían una relación muy especial.
Seguía despertándose por la noche, iba a su cama y allí se quedaba dormido. Llegaba del colegio y lo buscaba. Pensé que sacándole de casa unos días, mitigaríamos su pena. Decidimos llevarle a un parque de atracciones, aprovechando así, las vacaciones de Semana Santa.
Cuando embarcamos, para él su primera vez, parecía emocionado. Tomó asiento y sin ayuda nuestra, se puso el cinturón de seguridad. Nos sorprendió lo feliz que estaba, hasta bromeaba con un libro de dibujos que sacó de su mochila…“estamos dentro del dinosaurio más grande, el sauroposeidón, el lagarto dios de los terremotos”.
Me congratulé, Felipe sonreía de nuevo.
Cuando alcanzamos altura, contemplaba con insistencia las nubes. Movía su cabeza de un lado a otro para volver de nuevo su vista hacia la ventanilla. Empezó a ponerse algo tenso, en su cara un rictus de impaciencia.
-¿Qué te pasa Felipe, no te encuentras bien?
– Es que no le veo…
– A quién cariño…
-Al abuelo mamá, dónde está el abuelo, ¿no me dijiste que estaba aquí arriba?.
ENE116. MAMÁ, ¿DÓNDE ESTÁ EL ABUELO?, de Mª del Rosario Val Gracia
La magnífica ilustración la soñé, pero al despertar vi que era una maravillosa realidad. El artista es Juanlu, visitad su blog para que comprobéis que lo de artista se le queda corto.
Gracias Juanlu.
Este cuento uandolo leí en su día, me encantó. A los niños no sabemos decirles las cosas y los pobres sufren con ello, lo damos todo por hecho.
Besicos muchos.
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Gracias, Nani y lo malo que eso va de generación en generación.
Un abrazo preciosa.
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Un micro que exuda ternura en cada una de sus palabras.
Un abrazo,
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Hola Pedro,agradecida por tu visita, este pinar está más bonito que nunca, es un honor y un lujo saber que te paseas por él.
Un abrazo
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Hola, soy Luisa, vengo de Palabras, fotos, días… donde has dejado un comentario que es ¿un micro?, entiendo que sí. Pero lo que yo necesito es…que me digas:
lo que ves, lo que hablas porque… ay, me da tanto asquito que no alcanzo a pensarlo bien. Me lo cuentas??
Gallinas? Pájaros con gusanos??
Es lo que has escrito en la foto bajo la foto de las botellas. Me lo cuentas??
Gracias
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Hola Luisa, las gallinas viven hacinadas en jaulas, con una bombilla encendida y permanentemente sobres sus cabezas lo que dura su vida. Jamás pisan suelo, no ven el sol, ni el aire. Por último ponen huevos, como si fueran objetos.
Esto no me lo han contado, lo sé porque he visitado unos cuantos, eso sí que da asco y pena.
Si no te gusta entiendo que no lo cuelgues, de verdad y te aseguro de corazón, que por mi no hay problema.
Un abrazo.
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Ya te lo dije y te lo repito: me encanta esa realidad vista desde los ojos de un niño. También tengo que decirte que eres estupenda y divertida. Olé tú y tus gallinas!
Un beso muy grande.
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¡Ay cómo te quiero mi niña…!
¡¡¡olé!!! tú, jajajajaj
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Nací entre pinos y durante toda mi vida ellos me siguen o yo los encuentro. Hoy me ha tocado encontrar este pinar, y que mejor manera, con este hermoso relato, realmente tierno.
Saludos Rosy
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Pues sé bienvenido Beto y gracias por pasearte por él.
un abrazo.
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Los niños viven los duelos diferentes, o eso dicen, pero a la hora de la verdad, su pena es igual a la de un adulto, con una diferencia clara : ellos volarían hasta las nubes sólo por volver a ver a ese ser que quieren.
Muy tierno y muy bonito. un beso fuerte para tí, para Ana, su hijo y para el ilustrador más venerado de este mundo de escritores blogueros.
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Gracias Laura por pasearte por este pinar que verdea, más si cabe, con comentarios tan hermosos como el tuyo.
Un fuerte abrazo
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Me reitero en lo que expresé, a los niños por intentar protegerlos se les puede confundir y hacer más daño.
Un cariñoso abrazo.
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Hola Pilar, de nuevo aquí me tienes con Felipe, pero esta vez montado en su sauroposeidón. Lo he colgado para que veáis la maravillosa ilustración de Juanlu.
Gracias por pasearte por este pinar.
Un fuerte abrazo
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Es un relato precioso. A veces no sabemos cómo afrontar las realidades más duras y nos es mucho más difícil explicárselas a un niño. Pero…quién puede decirnos realmente que el abuelo no está allí? Quizá solo lo puedan ver…los niños. El relato infunde ternura. Quizá como el cuento de los Reyes magos, pero aún así nos encanta celebrarlo. Necesitamos quizá tanto de la fantasía? Un abrazo y felicidades Rosy
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Este relato es uno de mis preferidos, me alegro que te hayas fijado en él.
Gracias, por acercarte hasta este pinar.
Un abrazo
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